Jan Vermeer

Hoy apetece escribir un poco sobre Jan Vermeer, uno de mis pintores preferidos. Ya en anteriores entradas estuve hablando de la pintura flamenca del siglo XVII. Pues bien, sus vecinos coetáneos, los holandeses de ese mismo siglo, también formaron un importante grupo de artistas (no hay que olvidar al fantástico Rembrandt). Ya comentamos en esos post anteriores, que a partir de 1648, con la Paz de Westfalia, Holanda se independizó mientras que Flandes siguió perteneciendo a la corona española. En ese momento, Holanda era un país que estaba viviendo un importante momento de auge económico. Además, la religión oficial era la calvinista por lo que, al contrario de sus vecinos católicos flamencos, la pintura religiosa era inexistente. En cambio, fueron surgiendo nuevos géneros: los retratos de corporaciones, naturalezas muertas, escenas costumbristas, etc.
La callejuela, 1657-1658

En ese sentido, Vermeer fue un pintor novedoso, con poca fama en su época pero redescubierto dos siglos después. Sus escenas representan lo cotidiano, la vida normal de mujeres de su época (en casi todas sus obras representa a mujeres) y situaciones aparentemente no extraordinarias. Eso supone un cambio en cuanto a la representación. No se busca una escena heroica, importante, o a algún personaje de renombre sino todo lo contrario, lo normal, la realidad.
Vermeer fue un pintor muy lento, parece que perfeccionista, muy inconformista que incluso sólo firma tres de sus obras. Su mecenas le pagaba un sueldo al mes, por lo que pudo darse tiempo para la realización de cada obra. Tampoco fue un pintor de vida azarosa y viajera (lo contrario a Rubens). Él se mantuvo en Delft, su ciudad natal. Se le considera un pintor de interiores, puesto que casi todas sus obras representan una escena de interior. Hay dos excepciones: la callejuela y:
Vista de Delft, 1658-1660
En muchas ocasiones, parece que representa el mismo cuarto, con una ventana a la izquierda de la composición, que da luz a la habitación y se convierte en parte importante del cuadro.
Dama escribiendo carta con su criada, 1670-1671

Muchacha leyendo una carta, 1657-1659

Otro detalle importante de Vermeer y sus interiores, es la relación de éstos con los personajes. Sus primeras obras representan a figuras grandes, no muy bien proporcionadas con el entorno. Con el tiempo las figuras irán perdiendo importancia respecto a los detalles de la habitación. Se irán volviendo más pequeñas (aunque seguirán siendo centro de la composición) y el entorno tendrá cada vez más detalles. Es posible que algunos de sus cuadros contengan metáforas o simbolismos que aún no se conocen del todo, o que tengan algún sentido moralizante. Quizás alguna pequeña critica a ciertas actitudes, por ejemplo, en "Dama bebiendo con dos caballeros".
Dama bebiendo con dos caballeros, 1659-1660

Pero lo que es evidente es que Vermeer fue un pintor de lo femenino, pero no visto como algo inalcanzable, idealizado o fuera de su tiempo, sino que representa a las mujeres realizando alguna acción y, en muchas ocasiones, trabajando o realizando tareas varias como escribir o leer cartas o tocando algún instrumento. Todas estas obras, en un interior con simbolismos, en ocasiones con una cortina a modo de telón a la izquierda y con varios objetos de la época que nos sirven para saber más sobre ese momento.
La guitarrista, 1672

La lechera, 1657-1658

La tasadora de perlas, 1662-1663

Muchacha con jarra de agua, 1664-1665


Hay algunas obras suyas que son una excepción a lo anterior y que demuestran su gusto por los avances científicos. Serían dos obras, las únicas en las que aparecen hombres:
El astrónomo, aprox. 1668

El geógrafo, 1668-1669

En su obra más conocida realiza un retrato con fondo neutro probablemente usando la cámara oscura, invento que llegó a Holanda hacia 1650.
Joven con perla, 1665-1666

Estas pinturas interioristas continuarían con otros pintores holandeses como Gerrit Dou, Gerard Ter Boch o Pieter de Hooch.

No hay comentarios:

Publicar un comentario